domingo, 21 de diciembre de 2008 | |

Unicornios

Hablaba de unicornios la letra de una canción compuesta por uno de los exponentes de la llamada Nueva Trova Cubana, ese género que los cubanos inventaron para exportar (en la misma época en que exportaban balseros (o sea aquellos que preferían arriesgarse a ser devorados por los tiburones antes que seguir aguantando a Fidel)).

La canción en cuestión no es otra que el unicornio azul. Era esa que decía: “Mi unicornio azul ayer se me perdió, pastando lo dejé y desapareció. Cualquier información bien la voy a pagar, mi unicornio azul se me ha perdido ayer, se fue

Pese a todo, la letra no deja de ser conmovedora, sobre todo si uno tiene una imaginación tropical (como es mi caso) y le da rienda suelta a full. Cuando yo creía que se trataba de algún ser querido, un amor perdido o algo más abstracto aún: la libertad. Algo tan preciado en esa isla donde desde hace décadas gobierna el tirano (Castro) que derrotó a otro tirano (Batista) y que seguramente, y exceptuando a Maradona y a unos pocos amigos que le deben quedar, el resto del mundo estamos esperando que deje de contar el cuento para que de una vez por todas los cubanos sepan lo que significa ser libres…

Sin embargo, la letra y según la propia confesión de Silvio Rodríguez, su autor, hablaba simplemente de un llavero que tenía un unicornio azul dibujado y que al perdérsele le había traído unos cuantos trastornos a su vida cotidiana…

Pero no es del llavero de Silvio Rodríguez, ni de la Cuba de Castro de lo que quería hablarles esta noche, sino de esa extraña criatura mitológica llamada precisamente Unicornio…

Muchos de ustedes, adeptos a las asociaciones fáciles y ligeras se preguntarán: Es el unicornio un caballo al que la yegua (la muy yegua) le ha puesto solo una guampa? En verdad, no…

Se dice que el unicornio es una de las más sugerentes criaturas mitológicas. Considerado símbolo de la pureza e inspirador de multitud de leyendas, que se encontraría en la frontera entre la fábula y la alegoría, al parecer muy alejado del mundo real y en metáfora de la naturaleza salvaje e indomable que sólo cede ante la presencia de una doncella.

En la Europa medieval, pero también en lugares como África, India, China o América, la creencia en este animal fantástico ha estado arraigada en diferentes tradiciones. Sin embargo, dicha existencia podría tener una base real. Atento Fioravanti!

Sabemos desde hace casi dos siglos que la existencia de un animal de estas características sería imposible desde el punto de vista biológico. Este dato podría haber sido el definitivo parte de defunción de la leyenda del unicornio, a no ser porque la naturaleza, en ocasiones, también hace sus pequeñas trampas.

Se dice que a finales del período Villafranquiense del Pleistoceno, que finalizó hace un millón de años, fecha que podría coincidir con el nacimiento de Mirta Legrand, los unicornios habitaban los bosques europeos... o, al menos, unos animales cuyo aspecto era prácticamente idéntico al recogido en las diferentes tradiciones y leyendas. Claro que no se trataba de un animal fantástico, sino de un antílope de carne y hueso cuyo nombre científico es Procamptoceras brivatense. Tenía dos cuernos muy rectos dispuestos en línea, pero que al estar muy próximos entre sí y encontrarse recubiertos por una especie de vaina, ofrecían la apariencia de una sola y larga asta visible en el centro de su cabeza.

¿Podría ser ésta una explicación biológica para la leyenda de los unicornios? Es posible, aunque se puede objetar que hace un millón de años no había testigos humanos de las andanzas de estas criaturas en el continente europeo. Sin embargo, tal punto de vista puede no ser del todo correcto... Los huesos más recientes encontrados de estos singulares antílopes unicornios tienen alrededor de un millón de años de antigüedad, pero eso no constituye ninguna prueba de que no hayan vivido hasta épocas mucho más recientes.

No olvidemos que, en paleontología, la ausencia de evidencias fósiles no es una prueba de la ausencia de un animal, como se ha comprobado en multitud de ocasiones con el descubrimiento de criaturas consideradas extinguidas.

El Procamptoceras (vamos a llamarlo Proki) podría haber sobrevivido hasta épocas más recientes y su visión, con ese único gran cuerno en el centro de su cabeza, habría sido el germen de las leyendas de los unicornios.

Otro posible indicio de la existencia del verdadero unicornio en épocas históricas, lo proporcionan unas tablillas pertenecientes a la civilización de Mohenjo-Daro, en Paquistán. Esta cultura, que apareció en el valle del Indo hace 5.500 años, dejó como legado varios miles de pequeñas tablillas grabadas, en su mayoría con representaciones de animales. Se trata, como han confirmado recientes filmaciones llevadas a cabo en la región, de una porción de la fauna existente en la zona durante esa época: rinocerontes, elefantes, búfalos y también unos animales de cuerpo voluminoso dotados de un largo cuerno en la frente. Estos unicornios, que aparecen en aproximadamente la cuarta parte de las tablillas, no tienen el aspecto estilizado de las representaciones mitológicas, sino una apariencia más rechoncha que sugiere que, al igual que las otras tablillas, reproducirían animales reales.
(Comentado en "La Roca" el 04/12/06)

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