sábado, 13 de diciembre de 2008 | |

Admirar al otro

Decía José María Martínez-Bordiú y Bassó de Roviralta, más conocido como Pocholo. Famoso, más que nada por ser hijo del Barón de Gotor y por haberse casado con Sonsoles Suárez, hija del ex presidente del gobierno español Adolfo Suárez. Se ha hecho especialmente popular por sus excéntricas e histriónicas apariciones en la prensa rosa y programas de televisión y por algún que otro problema con drogas en Punta del Este hace unos años atrás, que: “Una relación va bien mientras te hace crecer”.
Y tiene mucha razón. Porque si te sentís más seguro, más atractivo, con más fuerzas para afrontar retos o dificultades y más alegre, la relación va a andar estupendamente bien. Pero si por el contrario, te costriñe, te oprime, te da inseguridad ó falta de confianza en vos mismo, y te da menos ganas de hacer cosas, ya sea juntos o por separado, entonces va mal, rematadamente mal.

La felicidad es ancha y expansiva, mientras que la tristeza es estrecha. La alegría anima a mantener la acción, la tristeza al alejamiento de la misma.
Y si falta un componente para hacer tambalear cualquier relación de pareja, son los celos. Como diría Cervantes, los celos no te permiten juzgar las cosas como son. Los celos te llevan a ver gigantes donde hay enanos, y afirmar sospechas por sobre verdades.
Los celos tienden a hacernos agrandar las pequeñas insignificancias.
Y es que en los celos hay todo un entramado de sentimientos. Primero la desconfianza hacia la otra persona. Después el malestar que provoca el “supuesto” éxito de nuestro rival, que se expresa en el temor de perder una posesión, o lo que es casi peor, tener que compartirla.
Los celos nunca nos cuentan una historia de amor, sino de posesión e inseguridad. Todo celoso es inseguro en uno o varios parámetros de su identidad. Esta inseguridad nace como resultado de una imagen devaluada de si mismo. La persona celosa se siente insegura de poder lograr su objetivo eróticamente deseado, y si lo logra, se sentirá insegura de poder retenerlo.

Y los celos también nos convierten en personas mezquinas. Incapaces de admirar a nuestro ser amado. Incapaces de manifestar una admiración por alguna excelencia de la otra persona, que nos llena de alegría y que nos despierta un deseo por emularla, por copiarla.
Los seres humanos no nacimos para una sociedad igualitaria. Desde hace un tiempo a esta parte un mal entendido “igualitarismo” que nos quieren inculcar, nos está convirtiendo en una sociedad de mediocres. Y eso también lo proyectamos en el plano de la pareja.
Como es eso que no se puede admirar a otra persona? Frases como “Nadie es más que nadie”, “Todos somos iguales” y “Yo no tengo que admirar a nadie” son muestras de bajeza y de mezquindad.
Que difícil nos resulta aplaudir no? Que difícil es decir: que buen programa es Curiosa Noche. Que buena radio es FM Horizonte. Como se nota es esfuerzo que hacen por lograr productos bien terminados.
Al igual que los celos y la envidia, el cinismo, la desconfianza, pasan a tener un prestigio que no se merecen. Para crecer en la vida, hay que aprender a distinguir la bondad, el talento y la grandeza en los demás.
Encontrar a una persona que encarne algunos de esos valores nos da fuerza y si estando a tu lado, es probable que su ejemplo de excelencia es también nos haga crecer.

Esa admiración por el otro, nos da la posibilidad de superarnos y nos alejará de la envidia. Una de las pocas industrias florecientes. Seremos libres y capaz de ser mejores en lo que hagamos.

Pero si perdemos de vista esa admiración, terminamos contemplándonos el ombligo, y creyendo que ese es el centro del mundo, cuando en realidad, como mucho es el centro de algún chacra y un lugar donde se junta mucha pelusa, o sea, mucha mugre...

Y si ese ser que está a nuestro lado no tiene absolutamente nada que podamos admirar, probablemente ocurran dos cosas: O nos equivocamos de persona en la elección, o bien no nos equivocamos y nos sentimos muy felices hundidos en el barro de la mediocridad, como si fuésemos unos lindos marranitos en el chiquero.

2 comentarios:

antonia obiol y corcoll dijo...

Todo tiene un poquito de barro, los buenos amores, las buenas personas...
Cariños

Marcelo Dance dijo...

Of Córcega Antonella!