jueves, 27 de mayo de 2010 | | 3 comentarios

La albiceleste adhirió a los festejos del Bicentenario

El sábado por la tarde, la selección mayor de fútbol de la Argentina, se despidió con un encuentro amistoso, antes de partir para el Campeonato Mundial Sudáfrica 2010.
Sorpresivamente (al menos para mi) el rival en esta ocasión no fue Israel (como era la costumbre) sino Canadá.
Muchos insisten que en Canadá solo hay hockey sobre hielo y que de fútbol no entienden mucho, pero ignoran que la Canadian Soccer League viene realizando torneos regulares desde 1998 y que participa en las eliminatorias de la CONCACAF junto a los otros equipos de Norteamérica y el Caribe.
La cosa es que la “albiceleste” tenía que ganar (por más amistoso que fuera) y ganó. Pero tampoco servía un 1 a 0, ni un 2 a 1, sino que ameritaba una goleada. Y la goleada existió.
Las más de 64.000 personas que colmaron el Monumental de Nuñez comprobaron que nuestra selección se adhirió a los festejos por el Bicentenario de la Patria, despachándose con un 5 a 0 sobre los rojitos canadienses, que fueron más voluntad que creación, y que apenas si llegaron una o dos veces al arco del “gigante” Romerito.
Maxi Rodríguez en dos oportunidades, Di María, Teves y el “Kun” Agüero fueron los autores de los goles.
Una victoria que se tenía que dar. Aunque solo sea para confirmar aquel axioma que dice “Que lindo es ser argentino cuando juega la selección”.

(En la foto Maxi Rodríguez festejando uno de sus tantos (Foto: La Nación))

viernes, 21 de mayo de 2010 | | 2 comentarios

La tristeza de los niños ricos

Ricardo Fort y Mauricio Macri tiene mucho en común. Si bien el primero es un “mediático” personaje que irrumpió en “Tinellilandia” a fines del 2009, y el otro es el jefe de gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, sus vidas se asemejan bastante.
Como buenos pichones del Menemismo (época en la que se sentían mucho más cómodos que la actual), defienden el modelo neoliberal a rajatablas. Supieron reemplazar la infame frase “con los milicos vivíamos mejor” por una democrática “con Menem vivíamos mejor”. Haciendo alusión a esa época de los 90’s donde el patrimonio de la Patria era rifado como en una kermesse, y donde los gobernadores adictos al riojano senil, recibían incalculables cifras de dinero de manos de Carlos Corach, aquel que manejaba a discreción los famosos ATN (Adelantos del tesoro nacional). Lástima que en esa época la oposición no se quejaba con la misma firmeza que hoy se niegan a autorizan al gobierno a pagar parte de la deuda externa con las reservas del Banco Central.

Pero porqué insisto en el parecido entre Fort y Macri? Muy simple. Ricardo Fort pertenece a una familia empresaria, Macri también. El abuelo de Fort amasó una fortura con su empresa de chocolates (como para dejar en claro que el sueño argentino en algún momento de nuestra historia existió y hasta un fabricante de chocolates podía volverse millonario) y el padre de Macri, Francisco, más conocido como Franco, fundó el grupo económico más poderoso de la Argentina, dueño y concesionario (entre otras empresas) de Sevel, Correo Argentino, Manliba, Sideco, Pago Fácil, etc…
Ricardo Fort y Mauricio Macri adoran el lujo y la buena vida. Aunque el primero despilfarra muchísimo más que el otro que tiene fama de tacaño.
Los dos se ríen de la gente pobre, de los jueces, de las leyes, de los gobiernos de turno, y van por la vida como el chico que entra al potrero con su propia pelota, y que a la primera de cambio, si no le gusta el resultado del partido, se la lleva.
Los dos tienen una pésima dicción, se les entiende muy poco cuando hablan, y para colmo de males, si se ponen nerviosos, suelen tartamudear.
Ninguno de los dos sabe lo que es trabajar. Aunque hay que reconocer que de vez en cuando lo intentan. Siempre que el trabajo no interfiera con sus actividades de recreación y esparcimiento.
Pero no son felices.
O mejor dicho, son víctimas de la tristeza de los niños ricos.

Ambos quieren ser populares, queridos, admirados, pero no lo son. Sufren de lo que los americanos llaman “Approval addiction”, (adictos a la aprobación), y pocas veces sienten que son aprobados por los demás, por eso compran esa aprobación. Y se rodean de todo un séquito de alcahuetes, personal de seguridad y demás, que se dirigen a ellos con la correspondiente genuflexión que el caso requiera.
Pero lo peor de todo, es que en estos últimos tiempos tanto Ricardito como Mauricio están embarcados en una especie de pequeño derrotero con final incierto.

El mediático Fort se ve envuelto a diario en dudas y cuestionamientos sobre su sexualidad, sus romances pagos (con firmas de contratos y sueldos incluídos), sus peleas mediáticas, sus frases discriminatorias, sus caprichos de "niño bien pretencioso y engrupido" y toda una suerte de acciones legales que le han iniciado, incluyendo un par de embargos de su ex-letrado patrocinante, el Dr. Burlando.
En su nuevo rol de jurado en el “Bailando por un sueño” de Marcelo Tinelli (ese narcótico que para nuestra sociedad suele ser más efectivo y placentero que un blíster de rivotril), no las tiene todas con él, ya que sus “supuestos” desplantes amorosos y sus alardes de “Fort-una” le están generando más enemigos que amigos. Y para colmo, Marcelito trajo a otro personaje que le está robando popularidad: La Mole Moli. Un boxeador cordobés que desborda simpatía con su cantito y su léxico mucho más auténtico que las impostaciones de voz y los amaneramientos del asexuado “Rey Chocolatero”, y que se está ganando la admiración popular, incluso bailando bastante mejor de lo que cualquiera hubiese imaginado.

Y con respecto a Mauricio, digamos que últimamente tampoco pega una. Imputado en una causa por escuchas telefónicas (quizás por desconocer que esa actividad entra en un marco de ilegalidad en un régimen democrático), negándose a declarar, cuestionando al juez Oyarbide y acusando al gobierno nacional de “crear” esa causa en su contra.
Nombra para su flamante Policía Metropolitana a un personaje siniestro para la memoria de los argentinos como el “Fino” Palacios. Ese que mandó a reprimir en la Plaza de Mayo el 20 de diciembre de 2001, y generó una veintena de muertos, pese a las expresas órdenes de la Dra. Servini de Cubría. (Siniestro para todos, menos para él. Porque llegó a declarar por televisión que al “Fino” le confiaba la seguridad de sus hijos).
Y después de despotricar contra el gobierno nacional como un nene caprichoso, ahora se ofende porque la Presidenta Cristina Fernández se niega a compartir “su” palco en la gala de inauguración del Teatro Colón.
El palco de Macri? Cómo es el tema? El histórico palco presidencial, ahora se convirtió en el palco del jefe de gobierno de la ciudad???.

Por eso, que no nos llame la atención si estos dos personajes juntan fuerzas y dinero (eso no les falta) y se postulan como binomio para las próximas elecciones presidenciales, acaparando el voto de los neoliberales que añoran la convertibilidad, los artículos importados, los drugstores y los shoppings.
Y que pensará el riojano Carlos Saúl Iº de Anillaco de sus pichones? Les dará un guiño o les bajará el pulgar?
Por lo pronto, imagino que uno de los slogans de campaña bien podría ser esa frase acuñada días atrás por el propio magnate chocolatero:
“La fuerza de tu envidia es la velocidad de mi progreso y la garantía de mi prosperidad”.
Como diría Petronilo (aquel personaje de Carlitos Balá):
“Pegá la vuelta Ricardito que la Argentina te queda chica!”